La mayoría de las empresas no pasan de la tercera generación, y ello es principalmente debido a que las participaciones sociales o las acciones se van dividiendo entre distintas ramas familiares, generando en ocasiones un caos en la gestión, y al hecho de que todos los familiares terminan desempeñando cargos en la empresa para los que, quizás, no están capacitados.
¿Cómo prevenir estas situaciones y, a la vez, “profesionalizar” y “racionalizar” la empresa para que siga siendo un medio de generación de riqueza para toda la familia? La solución es la negociación y aprobación de un Protocolo Familiar.